Dos crisis sin precedentes
Apareció de repente. Muy pocos se esperaban una crisis de tal magnitud 2 días antes de que se decretara el Estado de Alarma. En pocas horas el sistema sanitario colapsaba y en pocas semanas lo haría la economía como consecuencia del confinamiento.
La verdad es que esta crisis ha sabido mostrar la mejor faceta de nuestras sociedades y organizaciones a nivel mundial. A pesar de haber reaccionado tarde en muchos aspectos, hemos demostrado de lo que somos capaces en poco tiempo. A nivel ecológico, todos vimos las imágenes de animales salvajes paseándose por las principales ciudades del mundo. También las gráficas de los niveles de contaminación y el saneamiento parcial del agujero en la capa de ozono.
¿Somos conscientes de las consecuencias del cambio climático?
El filósofo Timothy Morton describe el cambio climático como un “hiperobjeto”, algo que nos rodea, nos envuelve y nos enreda pero que es literalmente demasiado grande como para que podamos verlo en su totalidad.
Cómo en el COVID -19, a pesar de que algunos no lo quieran ver, es más que probable que los hechos se impongan y, si no actuamos de forma prematura, el colapso nos coja desprevenidos. Al igual que en las pandemias, el cambio climático también tiene una curva exponencial de crecimiento y es muy importante aplanarla.
La diferencia entre la curva exponencial del COVID-19 y la del cambio climático es que la realimentación de la primera sucede en pocas semanas (cómo consecuencia del periodo de incubación del virus) y la segunda sucede en décadas. Es mucho más difícil palpar los efectos prácticos del calentamiento global en el corto plazo.
Con el COVID-19 colapsó el sistema sanitario por no actuar a tiempo, con la subida exponencial de las temperaturas pueden colapsar de golpe otros sistemas mucho más importantes.
En primer lugar, los ecosistemas de los cuales depende nuestra supervivencia. Algunos estudios ya auguran un colapso en los océanos tropicales para 2020 que se extendería en cascada hacia latitudes más altas en las siguientes 2 décadas, dejando impracticables para la agricultura y la ganadería a millones de hectáreas. Todo esto si no revertimos la tendencia a tiempo.
Por otro lado, todas las redes de comunicaciones, energéticas, de transporte e hídricas también corren un grave peligro. El Consejo para la Ciencia y la Tecnología, un organismo asesor del gobierno británico publicó en 2009 un informe que ya advertía de la fragilidad de estas. La subida de las temperaturas, la subida del nivel del mar, una creciente intensidad de las tormentas, los incendios y sequías, las inundaciones o las olas de calor desafiaran nuestras infraestructuras y es vital adaptarlas a tales contingencias. El informe también alertaba del peligro para los sistemas de distribución de agua potable o aguas residuales. Estos tendrán mucha más propensión a reventar a medida que haya más corrimientos de tierras cómo consecuencia de los cambios de ciclos de épocas secas y húmedas.
¿Cómo lo podemos frenar?
La forma más efectiva para frenar el incremento exponencial de las temperaturas es reduciendo drásticamente la emisión de CO2 en la atmosfera durante esta década.
What does it take to stay below 1.5°C with no or limited temperature overshoot:
* CO₂ emissions down 50% by 2030 (40-60% interquartile range)
* Net-zero by 2050-2060
* Around 10GtCO₂ (net) negative emissions by 2100
Let that sink in...#SR15 pic.twitter.com/mHpsbai1S2
— Glen Peters (@Peters_Glen) October 28, 2018
En este sentido es vital dejar atrás las energías contaminantes cuanto antes y acelerar la transición energética. La comisión europea desveló los datos de emisión de dióxido de carbono de las empresas europeas sujetas al MEDE (Mercado Europeo de Derechos de Emisiones). Del informe se conoce que las compañías petroleras, de extracción de gas y centrales térmicas, son de largo las más contaminantes. De las 30 empresas que lideran el ranking, 22 son centrales termoeléctricas dónde se produce electricidad a partir de derivados del petróleo.
A nivel práctico, los ciudadanos y las empresas ya tienen formas directas y efectivas de contribuir a la lucha contra el cambio climático. El autoconsumo fotovoltaico, por ejemplo, reduce la dependencia a las redes e infraestructuras tradicionales, supone un ahorro en la factura de la luz y elimina los costes y pérdidas energéticas del transporte des de las centrales a tu casa o empresa. Además, el autoconsumo eléctrico fotovoltaico evita la emisión de CO2 a la atmosfera, contribuyendo así al aplanamiento de la curva del calentamiento global.
Ya para acabar; si con el COVID -19 decíamos #QuédateEnCasa, con el cambio climático podríamos decir #ÚneteAlAutoconsumo y contribuye a aplanar la curva. Hazlo por ti, por los tuyos y por el planeta.